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176 actos de viva fe, adorándole sin cesar en el estado de humillación en que le yemos, encerrado en el seno de una Virgen, siendo El tan grande que no cabe ni en el cielo de los cielos, según la sublime expresión de los Libros Santos. Y con esos actos de adoración se ha de juntar el felicitar á su inmaculada Madre, en- tablando con ella dulcísimos coloquios, y dándole el parabién de ser la escogida para Madre del Mesías. En cuanto á lo segundo, debemos disponernos con buenas obras, con prácticas de piedad, con peniten- cias y oraciones, que por eso la Iglesia nos obliga al ayuno ciertos días de la semana en este santo tiempo; y quien no pueda practicar estas mortificaciones ex- teriores, que guarde mayor recogimiento, se absten- ga de diversiones, dé alguna limosna,ó se ejercite en actos de humildad y mortificación interna. Y en cuanto á lo tercero, debemos avivar nuestros deseos con jaculatorias fervientes y multiplicadas, llenando el aire de santas exclamaciones, á imitación de los antiguos patriarcas que tanto suspiraron por la ye- nida del Redentor. Para todo esto sirve maravillosamente el lenguaje que emplea la Iglesia en el rezo del Oficio divino de estos días, muy propio, por cierto, para despertar en nuestras almas los afectos mencionados. Venid,y ado- remos con rendimiento al Rey omnipotente que va á nacer: dice en los Maitines de estos días; y á medida que se aproxima la fiesta de Navidad, va ella inyi- tándonos con palabras más halagiieñas, Ya está cerca el Señor, vamos á tributarle adoración, nos dice más adelante; y como no se contenta con actos de simple adoración, sino que desea también actos de mortifica- ción interna y externa para aparejarle al Mesías dig- na morada en nuestros pechos, por eso hace resonar en nuestros oídos aquellas palabras del Apóstol: Horaes ya, hermanos míos, que despertemos de nues- tro sueño, porque nuestra salud está más cerca... An- demos honestamente... Caminemos con decencia por

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