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X1I11 aguas del cielo ó de lejanas fuentes para brin- dar con ellas al caminante sediento. Ese hu- milde papel desempeña este libro; es aljibe, pero aljibe de purísimas aguas, porque la doc- trina en él contenida es la de los más santos, seguros, y aprobados autores que conozco en ascética y en mistica, lo cual declaro aquí en obsequio de la verdad, y como la mejor reco- mendación que de esta obra puede hacerse. La escribi, lector amado, con el solo fin de que fuera provechosa para tu alma y por eso te hablo en ella de los tropiezos que hallarás en el camino de la virtud, para que los evites, y de los medios que te ayudarán á santificarte, para que los pongas por obra. Bien pudiera ofrecerte este libro con una larga introducción seguida de retumbantes y encomiásticos sonetos, como anteriormente se usaba; y también con' un prólogo laudato- rio, escrito de ajena mand, como es uso y costumbre de nuestros tiempos; y mejor aun con carta recomendatoria de algún Sr..Obis- po, carta y prólogo que de buena gana me lo hubiera escrito un sabio y virtuosísimo Prela- do que me honra mucho con su atecto pater- nal; pero he'preferido dártelo así, mondo y lirondo, porque ni á mí, pobre hijo de San Francisco, me está bien mendigar alabanzas, ni 4 un libro destinado á enseñar virtudes prácticas le estaría bien salir adornado con plumas de pavo real. Y si quieres saber, lector amado, las mate-