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145 luego otro, y así sucesivamente, hasta que no te quede un jebuseo vivoen toda la tierra de promisión. Si lo haces del modo que yo te aconsejo, ya verás cómo no pasan muchos meses sin que me puedas de- cir con verdad que has vencido algunas de tus paslo- nes y te has corregido de algún defecto inveterado. Y no vayas á creer que este examen particular sirve sólo para corregir defectos ó extirpar vicios, que vale también, y muy mucho, para adquirir vir- tades, y no sólo vale, sino que á ese objeto se ordena, como los medios al fin. Bien empleado es por cierto el tiempo que el hortelano emplea en cultivar la tie- rra de su huerta y en arrancar de ella la mala yerba que brota; pero si pasara en esto todo el año, sin plan- tar nada, no tendría al verano mucha hortaliza que coger; su tiempo y su trabajo serían perdidos y sin fruto. Por eso, apenas tiene el terreno medio labrado y la yerba medio arrancada, echa á tierra la semilla que le ha de producir abundante cosecha. Que no es- tuvo él cavando, y trabajando y matándose en arrancar yerba para dejar la huerta limpia, sino para plantar la hortaliza y los arbolitos, que han de alegrarlo con sus flores y enriquecerlo con su fruto. Pues del mismo modo, el cultivar nosotros la tie- rra de nuestro corazón, y arrancar de él las imper- fecciones y malas inclinaciones que allí brotan tan expontáneamente como la yerba en el campo; no es precisamente para dejarla de barbecho, como dicen, sino para plantar en ella la semilla de la virtud, que nos produzca frutos de santidad y perfección cristia- na. Bueno y muy bueno es que por ahora vayas corrigiendo tus defectos y arrancando de cuajo tus imperfecciones; pero que no se te pase todo el año en eso; sino que á su tiempo te pongas á sembrar, quiero decir, que en vez de continuar extirpando defectos ó vicios, te pongas á adquirir virtudes. Unas veces puedes proponerte adquirir una perfec- ta conformidad con la voluntad de Dios, ó una total
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