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A A A A co li ARDER 134 tes resolutiones, mis actos de amor divino mis de- seos de sufrir y mis propósitos de no hacer ningun: falta, creo que no ceden entonces al de los Santos más fervorosos. Pero salgo de allí. y me encuentro de repente como el pez fuera del agua, ahogada sin remedio, atada, inhábil para todo lo bueno, hábil para todo lo malo, y, por decirlo de una vez, muy árida, muy seca, muy acibarada por dentro. Tal es mi estado. ¿No habrá algún bálsamo que suavice y mitigue la dureza y sequedad de este pobre corazón? ¿No me dará V.un remedio para recoger mis distraí- dos pensamientos, y hacerme pasar todo el día como paso la hora de la Comunión?» Yo creo, amada Teófila, que ese bálsamo que tú buscas y ese remedio que tú deseas, lo reparten gra- tis en la oficina del Sagrado Corazón de Jesús; el único inconveniente que hay para obtenerlo es que nose reparte más que en ocasiones determinadas, cuando ese divino Corazón conoce que la medicina ha de hacer provecho al alma; y fuera de esos casos, quiere nuestro Señor que nosotros mismos nos apli- quemos el bálsamo de la resignación y total confor- midad con su divina voluntad. Esto no obstante, algún remedio he de darte antes de poner fin á la presente; pero debo decirte primero, que á fuerza de querer ser un ángel, no te vayas á olvidar de que eres una mujer, y como tal, sujeta á muchas miserias y debilidades propias de la humana flaqueza. Bueno y muy bueno es querer verte libre de distracciones y arideces de espíritu; bueno y muy bueno es querer estar ardiendo siempre en el fuego del amor divino, sin tener punto de reposo, ni cuidados que te priven de actuarte en ese amor; pero eso no es posible por ahora á la fragilidad del hombre. Eso es propio de los ángeles y bienaventurados que gozan de Dios, y no de la pobre alma que milita en esta región de llanto cercada de enemigos. Eso que tú deseas, ni aun los Santos lo alcanzaron, ¿¿y querrás tú ser más

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