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121 que pronto será engañada! Eso es lo que él pretende, que dejemos las prácticas piadosas ó las hagamos mal; y como á esta tentación resistiríamos fácilmente, nos pone aquella otra para conseguir este fin, sin que el alma lo entienda. El demonio saca más ganancia jugando por carambolas, que jugando directamente. Por eso muchas veces nos combate con tentaciones de varias clases, 4 cual más fea y horrible, sabiendo que no hemos de consentirlas, ni él pretende tam- poco que consintamos en ellas. Lo que pretendes turbar la paz del alma, irritarnos y d para que omitamos alguna práctica buena, ó cometa- mos alguna falta que, al parecer, no tiene nada que ver con la tentación, pero que, sin embargo, era el objeto principal del tentador; y como él lo consiga, lo consiguió todo. Así nos irá debilitando para des- pués dar el asalto definitivo. Utras veces nos combate de un modo directo, y cuando tiene el alma abrumada con malos: pensa- mientos y llena de imágenes seductoras, cuando ya le parece que está cansada de resistir, le propone que afloje un poco, que se permita tal desahogo, que ceda alguna cosa, y con eso sedebilitarála tentación. ¡Ay del alma, si da oídos al tentador! ¡A y de ella, si aflo- ja! porque ese aflojar no debilita á la tentación, sino que la aumenta, y además quita fuerzas al alma.¡A y de ella, si cede enlo más mínimo! porque ceder si- quiera un ápice (sobre todo en tentaciones de ira y de impureza), equivale á una derrota segura; y ¡ojalá que no fueran tantos y tantas los que saben esto por una triste experiencia! La vehemencia de las tentaciones, su número y las mil formas que revisten, aumentan la dificultad de saberse uno gobernar en ellas. Sus formas son innu- merables, y niuna sola carece de peligros. Las hay momentáneas y pasajeras, pero tan violentas, que nos aturden y asombran sin dejarnos tiempo para la de- fensa, Otras son ligeras y breyes, pero suaves y delei- esvapecernos,
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