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mente; pero si con esto se quiere decir que para ser santo ahora se necesita menos grados de mortificación que antes, la afirmación es falsa, absolutamente falsa. La Iglesia ho ha canonizado ni canonizará jamás á quien no haya sido un héroeen la abnegación y mor- tificación de sí mismo. Se me dirá que la Iglesia ha mitigado algún tanto su disciplina en materia de ayunos y maceraciones, y lo concedo; pero de aquí no se sigue que la morti- ficación esencial debe ser menor queantes: á lo sumo, lo que puede deducirse legítimamente es que la mor- tificación debe practicarse de otro modo, en otra forma ó en otro grado. El mundo, el demonio y la carne son hoy, como han sido siempre, enemigos Ca- pitales del alma, y la persona que no los venza por completo, nunca podrá reinar sobre sí misma, nunca podrá poseer su imperio pacíficamente. En este siglo de sibaritismo, en quese delira por las comodidades de la vida, se ama con pasión al lujo yse adora á la molicie y al regalo; el alma que quiera santificarse, ha de ser enemiga de todo eso, ha de declararle gue- rra sin cuartel. La que por cobardía ó debilidad de carácter no quiera hecerla, que renuncie á la santi- dad. A losumo podrá ser un héroe inutilizado, un santo en ciernes, una persona que va corriendo tras de su sombra sin poderla coger jamás. Por tanto, Teófila mía, Si escalar quieres el cielo, hazte á tí continua guerra; y pisando cuanto es tierra, alza á lo celeste el vuelo. Procura mortificar tu amor a y tu sentir, porque el grano Sin morir no puede fructificar. Haste guerra y tendrás paz; hazte ciega y tendrás luz. ¿Quieres gloria? Busca cruz; muere á tí, 4 Dios vivirás.

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