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106 para conseguirlo y conservarlo. La oración sin mor. tificación vale poco ó nada, y con ella lo vale todo, Entonces es poderosa para alcanzar de Dios cuanto quiera. Este es uno de los frutos principales de la mortificación, darnos poder para cón Dios: y esto'és tan positivo, que ordinariamente el don de milagros sigue muy de cerca á una grande, pero sólida auste- ridad. Otros dos grandes provechos trae la mortificación al alma, y son la delicadeza de conciencia y la discre- ción. Ambas proceden de cierta luz que Dios comu- nica á la persona mortificada ó bien de que la mor- tificación purifica, aumenta y alarga la vista del alma. Cuando una persona comienza á mortificarse, de seguida empieza á yer ciertas faltas veniales ó ciertas imperfecciones en que antes no reparaba; y si prosigue mortificándose, pronto conocerá hasta la diferencia que hay entre hacer una cosa buena con perfección y. hacerla imperfectamente: esto le ayuda á Obrar siempre bien, con perfección, y una persona que obra de este modo, no está muy lejos de la santi- dad. Tal es el fruto de la delicadeza de conciencia. El de la discreción no es menor: en la vida espiritual podemos faltar por exceso 6 por defecto, por temeri- dad ó por cobardía; y un alma mortificada huye de los dos extremos, porque la luz interior que le alum- bra le está diciendo que en el medio consiste la vir- tud. Concluyamos esta materia respondiendo á las ob- jeciones más especiosas que suelen hacerse contra la mortificación. Se dice que las naturalezas no son ya lo que eran antes, que las enfermedades están ya más extendidas y la salud en general más extragada, y por lo tanto que se debe hacer mucha rebaja en las penitencias y mortificaciones. Si con esto se quiere decir que en las austeridades corporales hay que obrar con prudencia para no enfermar, se dice una verdad que yo apruebo, y te la recomiendo eficaz-

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