BCCPAM000540-5-09000000000000

99 una palabra, que para ser persona espiritual es nece- saria la mortificación cor ai Sin ésta, no PoÑalao conseguir un alto grado de mortificación interi 10r. Es el mayor de los engaños suponer que podremos mor- tificar el entendimiento y la voluntad, sin mortificar antes el cuerpo. La mortificación interior es de un orden más elevado, y por eso necesita tener por fun- damento la mortificación exterior. Las altas paredes de un edificio no se sostienen al aire, sino sobre sóli- dos cimientos. Por eso vuelvo á repetirte aquí la ad- mirable sentencia de San Juan de la Cruz: Al que desapruebe las penitencias no le déis crédito, AUNQUE haga milagros. Yo temo mucho de una persona que ensalce hasta las nubes la mortificación interior, por- que la experiencia me ha enseñado que quien habla de ese modo suele lleyar una vida cómoda y regala- da. Tampoco apruebo al que exagera la importancia de las austeridades corporales, porque esto SS que él no las hace ó que las hace por vanidad. No hay que separar el interior del exterior, pues están unidos por naturaleza; ni deprimir al uno por ensal- zar al otro, porque en ello hay peligros. Las mortificaciones corporales unas són aflictivas, otras privativas. Al número de las primeras pertene- cen el ayuno, el cilicio, la disciplina, el desabrigo y la falta de sueño: las dos últimas exigen mucha pru- dencia, porque sus resultados son funestos, si falta la discreción. Siempre debemos practicarlas con apro- bación y consejo del director; nunca por voluntad propia, que en este caso carecen de mérito. Tres cosas se deben advertir.en este punto: 1.* Que si hemos de faltar á él per exceso ó por defecto, vale más faltar por hacer poco, que por hacer demasiado; para esto último siempre nos queda tiempo. 2.* Que más que la cantidad y cualidad de las mortificaciones corpo- rales yale la perseverancia en ellas. Y 3.” Que su me- recimiento no está en relación directa con el mayor Ó menor dolor físico que nos causan, sino con la in- CARTAS Á TEÓFILA 8