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O CARTAS Á SOR MARGARITA 71 y de la codicia maldita del dinero, mediante el voto de pobreza; de los lazos de carne y sangre y del atractivo de los deleites sensuales, mediante la profesión de la castidad; y nos libra, por último, con la obediencia, del amor desordenado del propio juicio, de la inconstancia de nuestra voluntad y de esa funesta libertad humana que tiene el triste poder de oponerse á la divina y que- brantar las leyes eternas dadas por Dios al hombre. ¿Qué más diré? Esos votos hacen del religioso una vic- tima preciosa, inmolada en perfecto holocausto al Dios de las virtudes; holocausto en que se sacrifican los bie- nes temporales por la pobreza, los corporales por la castidad, y los espirituales por la obediencia. Estos vo- tos constituyen el estado de perfección, son esenciales para la vida religiosa; y sin ellos ni es posible el religio- s0, ni pueden existir órdenes religiosas. Hechos según la regla. Este aditamento es muy ne- cesario para conocer el alcance de los votos y la obliga- ción que imponen; porque no todas las reglas profesan 6 prescriben la misma estrechez en cada uno de ellos. Hay reglas que en materia de pobreza, por ejemplo, dan por lícito lo que en otras está rigurosamente pro- hibido bajo pecado mortal; y por esta y otras causas se dice hechos según la regla; para advertir que el voto se extiende á más ó menos, según en qué orden se hacen, y por eso es de mucha importancia para el religioso, saber cuál es el sentido y el alcance dado por su regla á los tres votos: Aquí tienes, mi buena Margarita, analizada la definición del estado religioso, análisis necesario para deslindar las cuestiones, aclarar el pensamiento, fijar las ideas, y conocer el sentido y significación de cada frase. . Te decía que esas dos palabras estado réligioso nos darían matería para escribir mucho y bueno, y tan es así, que sólo hemos analizado la primera, sin decir
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