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A A 70 LA VIDA RELIGIOSA cada una de las obras; la vigilancia paternal del pre- lado tanto en lo que se refiere al cuerpo como al alma, y la libertad que con eso tiene el religioso para dedi- carse de lleno á los trabajos que la obediencia le orde- na ó Dios le inspira, son ventajas que no hallan com- pensación en la vida solitaria; y además son medios muy provechosos para caminar á la perfección. Hoy son bien conocidas las ventajas de la asociación para todos los objetos y en todos los sentidos, y por eso no es preciso insistir más sobre este punto. Para caminar á la perfección. Esta frase encierra el primero y el mayor de los deberes de un religioso, 6 por mejor decir, encierra el conjunto de todos sus de- beres y obligaciones, porque todas ellas son impuestas con ese fin de caminar á la perfección, y santificarse. Pero como esta materia es tan fecunda y de tanta im- portancia para un religioso, la dejamos para tratarla aparte con:la extensión que ella merece. Mediante los votos de obediencia, pobreza y castidad. He aquí, querida Margarita, el camino estrecho, pero seguro, áspero, pero cierto, escabroso, pero derecho para ir 4 Dios. Estas son las armas para defendernos de los tres principales enemigos del alma; estos son los dardos para herir de muerte á las tres grandes concu- piscencias que arrastran al hombre hacia el abismo; coneupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida, como escribió el discípulo ama- do. El voto de castidad da muerte á la primera, el voto de pobreza. á la segunda, el voto de obediencia á la tercera; y así alejan de nosotros los tres grandes 0bs- táculos, que se oponen á nuestra santificación, y al reinado de Cristo, sobre nuestras almas. Además esos votos nos libran de los tres grandes cuidados, que sue- len distraer al hombre y apartarlo de su último fin; esto es, nos libran de la solicitud de los bienes temporales Ñ
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