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Ó CARTAS Á'SOR MARGARITA 69 persona, y la tal donación: no es válida, si no es acepta- da por Dios. Él, ordinariamente hablando, no acepta esa donación por sí mismo, sino por medio de sus repre- sentantes en la tierra, es decir, por medio de la Iglesia Católica, y por eso es necesario de toda necesidad la aprobación de la Iglesia, para que la forma de vida que se adopta sea de verdad estado religioso. Abrazada por cierto número de fieles. Estas palabras quieren decir que para ser religioso no basta ligarse á una comunidad eon vínculos ó lazos externos; sino que es menester unirse á ella por los vínculos sustan- ciales de unos mismos votos y de una misma Regla. No es suficiente para ser religioso, vivir en un conven: to y llevar el hábito que llevan los religiosos de él y observar exteriormente el mismo método de vida que ellos observan; porque esto lo puede hacer un criado % sirviente del convento: esa distinción puede hacerla Una comunidad á cualquiera persona benemérita que se acoja ásu seno, y todo:eso se encuentra de hecho en un novicio antes de hacer su profesión, y sin em.- bargo, no son religiosos hasta que han abrazado por medio de los yotos y de la profesión la norma de vida anteriormente observada. Que se juntan en comunidad para caminar á la per- fección. Hace tiempo que la Santa Madre Iglesia pri- vó á la vida solitaria y eremítica del carácter de vida religiosa, mandando á los solitarios que se acogieran á uno de los institutos aprobados hasta entonces por ella; y por eso es característico del estado religioso la vida de comunidad. En ella se juntan los religiosos para caminar á la perfección, porque unidos es más fácil adquirirla que viviendo separados ó aislados en- tre sí. Los buenos ejemplos que se ven cada día en el claustro, la unión de aspiraciones y tendencias á un mismo fin, y sobre todo, el mérito de la obediencia en

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