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Y ARRUALLOS DE PALOMAS 133 desdén es este que conmigo usas? ¿Por qué tantób des- vio? ¿Para esto me trajiste á la soledad, donde hablas al corazón palabras de vida? ¿Para eso me pusiste aquí en el valle ameno de la Religión? y No sé de qué condición te has vuelto, Pastor divi- no; antes buscabas la oveja perdida para llevarla sobre tus hombros al aprisco; y ahora huyes de la oveja que te busca y te llama con amorosos balidos. ¿Por qué asi? Aquí ando en el convento, como oveja en el redil, he cha mártir de la obediencia, sierva de la castidad, vic- tima de la pobreza, sacrificándome por verte, por oir tu voz siquiera; y tú sordo á mis gemidos te escondes. te escondes, y me dejas sufrir á solas. A media noche me tocan la campana, para cantar tus alabanzas; interrumpo el sueño, dejo la cama y marcho presurosa al coro á donde me llama la voz del metal bendito, diciendo: Sponsus venit, pero por más que corro, siempre hallo la puerta cerrada, aunque lle- gue la primera. Luego muy de mañana, antes de ama- necer, me levanto de nuevo á buscarte, y habiendo tú dicho que si te buscan de madrugada te hallarán, soy tan Gesgraciada, que sólo en mí no tienen cumplimien- to tus promesas. ¿Hasta cuándo vas á tenerme así, Dios mio? Tú eres luz de mis ojos, descanso de mi corazón, aluna de mi al- ma y vida de mi vida; pues entonces, * Estando ausente de tí, Qué vida puedo tener, Sino muerte y padecer La mayor que nunca ví? Lástima tenyo de mí, Por ser mi mal tan entero, (¿ue muero, porque no muero. Y no me digas, encanto mio; que te poseo, que eres mio, que te tengo en el sagrario, y que estás á mi dis- 28
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