BCCPAM000540-5-07000000000000

MEA 16 LA VIDA RELIGIOSA que trabajáis y andáis cargados, que yo os daré des- canso y refrigerio. (Math. 11). Que fué como decir: No os fatiguéis más con los trabajos del mundo; venid á mi casa y en ella tendréis una fiesta continuada. Allá fuera, en el siglo, es la vida de los pobres mun- danos un trabajo servil no interrumpido, semejante al que tenían en Egipto los judíos, de los cuales dice la Sagrada Escritura que se empleaban en hacer ladri- llos, sin poder ocuparse en el servicio de Dios; mas nosotros desde la mañana hasta la noche y desde la no- che hasta la mañana, no tenemos que hacer otra cosa, sino servir á Dios y alabarle. Demos, pues, los Religiosos infinitas gracias á Dios, por la singular merced que nos ha hecho, sacán- donos del mundo, librándonos de sus ocupaciones ser- viles y escogiéndonos para vacar á la oración y ejerci- cios espirituales, puesto el pensamiento en el Ciélo y la esperanza en los bienes que nunca han de acabar. Y pues Dios nos ha escogido para el descanso de una fies- ta continuada, festejemos en ella á nuestro Señor, que se regocija y alegra en la santificación y el bien de sus escogidos. Sí, Margarita; vivamos en continua fies- ta y en perpétuo descanso, sin ocuparnos en cuidados del mundo que nos aparten del servicio de Dios. Mira, hija mia, á tu propia vida como una pascua solemne en que Dios se complace: no profanes esa festividad, empleándote en trabajos del siglo; no menoscabes la dignidad y grandeza de esa fiesta, mezclando en ella ocupaciones profanas, serviles y bajas. Los empleos del Religioso han de ser la gloria de Dios, el bien de su alma y el aprovechamiento de los prójimos. Ocu- pándonos en esto, celebraremos dignamente nuestra fiesta temporal y nos prepararemos para aquella fies- ta eterna que no tendrá fin, y en la cual repetiremos continuamente el cántico del Profeta: “Bienaventura-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz