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pd A A a A A rl e A RA 322 LA VIDA RELIGIOSA lestiales, de donde vuelve cargada del pan para el cuerpo y para el alma. A esa región, abundantísima en bienes espirituales y corporales debes acudir siempre y no á las criaturas pobres y miserables. No pongas tu confianza en los bienhechores ni en los seglares, sino en Dios que es el que mueve sus corazones para que nos socorran ó se alejen de nosotros, según lo mere- cemos. Si la Prelada es mujer de oración y tiene algunas súbditas que embarcadas en la misma nave no dejan de ir y venir de allá acá y de aquí allá, esté segura que no le faltará lo indispensable para la vida; antes al con- trario lo tendrá tan abundante, que para poderlo re partir se habrá de levantar de noche y distribuir la porción más escogida entre sus hijas y la menos entre sus criadas. De nocte surrexit, deditque predam dome- sticis suis et cibaria ancillis suis. Lo que Dios da á una Prelada, tanto en el orden espiritual como en el corpo- ral, no se lo da precisamente para sí, sino para que lo reparta entre los suyos. Los consuelos divinos, los fa- vores celestiales, los deseos de perfección y todo lo demás que sienta ella en su alma, lo debe comunicar á las súbditas, á cada una según su capacidad ó necesi- dad; á ésta más mortificación, á la otra más silencio, 4 esa más oración, á aquélla más consejo, sin olvidar á los mismos criados del monasterio, cuyo bien espiri- tual debe también procurar; y lo mismo debe hacer en lo temporal con todos, para que Dios sea en todos glo- rificado. El Espíritu Santo hace un gran elogio de las ocu- paciones de la mujer fuerte, dándonos á entender cuá.- les deben ser las de una Superiora, por estas palabras: Consideravit agrum et emit eum: de fructu manuum sua- rum plantavit vineam. Miró atentamente un campo y lo compró y con el fruto del trabajo de sus manos plantó

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