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a AA E A Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 319 ciones, los trabajos y molestias de su oficio resérvalos para sí, dándole á Dios la gloria y quedándose ella con lo que es cruz y padecer. Á este primer deber de perfecta Prelada añade el Espíritu Santo otro: Quesivit lanam et linum et opera- ta est consilio manuum suarum. Este es el segundo de- ber de la buena Priora, proveer á sus hijas, no sólo de lo necesario al alma, sino también al cuerpo, para que ellas no tengan que cuidarse más que de servir á Dios y cumplir la regla. ¡Ay de la Prelada que sabe le hace falta algo á una súbdita y dice muy fresca: Que se aguante ó se lo busque ella! Ese es lenguaje de demonios; eso y abrir ancha puerta á la relajación es una misma cosa. Y no me digan que no tienen pára comprarles lo necesario á las religiosas, porque yo res- ponderé que si no tienen para eso, ¿cómo tienen para obras, para colgaduras, para tornos, para flores, para regalar á grandes y á chicos, haciendo mangas y ca- pirotes de las rentas y limosnas de la Comunidad? Si no hay dineros para que á las religiosas no falte lo ne- cesario, ¿cómo los hay para hacer grandes gastos en las fiestas de la Orden, para telas de damasco, para pinturas preciosas y para tantos donecillos como salen cada día por el torno y la portería? Y cómo hay valor para decir á la otra que se lo busque, poniéndola así en peligro de volver con el corazón al mundo, y de quebrantar el voto de pobreza y los demás también? Pues, por lo mismo que aquello de que se necesita se lo da un pariente ó un devoto, piensa la religiosa que, pues la Prelada no se lo ha dado, tampoco se lo puede, quitar; y así se hace pro- pietaria, llenando su celda de cosas inútiles y vanas, con harto menoscabo de la caridad, de la obediencia y de la pobreza. ¡No; eso no lo puede hacer ni consen- tir ninguna Prelada que quiera cumplir su deber!
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