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2 AROS A Y A RA O Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 313 0M- - c2 85 reis, volver á las ollas de Egipto, como añade el Pro- feta, ut descendatis in Egiptum! volver á tomar el libre albedrio que renunciásteis en la profesión; vivir libres y á vuestras anchas, sin tener quien os reprenda y castigue; comer otra vez las cebollas egipcias, entre- gándoos á los gustos, comodidades, regalos y placeres del mundo que abandonásteis. Para que no te escandalices de mí, ni creas que exagero ó que trato á las pobres monjas con rígor ex- cesivo, con dureza ó crueldad desmedida, te advierto aquí, Margarita mia, que lo dicho anteriormente, no es cosa mia, sino de un venerable escritor Carmelitano del siglo diez y siete, Fr. Juan de Jesús Maria, que así lo dice en su epistolario. Mas aun: el Beato Francisco de Posadas y otros muchos santos venerados hoy en los altares han escrito de las monjas y para las monjas otras cosas mucho más duras que ni siquiera he queri- do mencionar aquí. No te escandalices, pues, por lo que he dicho, antes bien agradéceme lo que omito, tenien- do en cuenta que todo es poco para preservar á una Comunidad religiosa del grande mal que por aquí pue- de entrarle. ¡Oh cuánto mal puede venir á un convento de unas elecciones mal hechas! y ¡cuanto bien le puede venir 4 un convento de unas elecciones hechas según Dios! Dadme en una Comunidad, por relajada que esté, una Prelada según el corazón de Dios, y la reforma- ción es segura y pronta. Dadme en una Comunidad muy santa una Prelada sin virtud, elegida por miras humanas, y la relajación no se hará esperar; porque en esa elección y en la distribución de empleos que le siga, cada una ocupará el lugar que le agrade y no el que Dios quiere; y así andarán los pies haciendo. de ca- beza, y la cabeza de manos. y todo desconcertado y fuera de tino. ¡Cualquiera arregla luego una Comuni- dad de esta clase! Ya le pueden echar predicadores y A OÍ AID RIA A 2 E e e de > a A A € S 0 E ll 0 A A A E> — pas IA o A e TA

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