BCCPAM000540-5-07000000000000
Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 295 llamados por ellas, cuando no existan poderosas razo- nes para hacerlo: y, muchas veces, en vez de tales ra- zones existen caprichos, escrúpulos, antojos y quizás el deseo de eludir la sapientisima disciplina de la Igle- sia., Y añade que “obrarán muy mal é incurrirán los confesorées dichos en grave responsabilidad ante Dios, si por debilidad ó condescendencia contribuyen á des- truir esa disciplina, en la que el Vicario de Cristo no ha querido hacer variación alguna, según declara en su decreto. Para evitar los segundos, el glorioso antecesor del Sr. Spínola, en la silla de San Isidoro, el llorado Car- denal Sanz y Forés, advierte á las religiosas que “el Sumo Pontífice quiere que se mantenga en todo su vi- gor y fuerza la ley eclesiástica de un solo confesor or dinario para cada comunidad; y por lo mismo es evi- dente que no deja al arbitrio de cada religiosa escoger un confesor para sí, sino que solamente en caso de ne- cesidad puede pedir uno de los confesores designados ad casum por el Prelado. Piensen seriamente las reli- giosas estos puntos; piensen que no la simpatía ó afecto natural, ni razones puramente humanas, ni vano deseo de singularizarse ha de moverlas en asunto tan grave y tan relacionado con la salvación de su alma, para.la cual tanto ayudan la humildad y sincera obe- diencia á las leyes de la Iglesia y á las disposiciones de los Prelados; piensen (añade) que gravan mucho su conciencia si, por razones humanas, piden un confesor distinto de aquél que el Prelado ha deputado para toda la Comunidad; y que en lugar de atraer sobre su alma luces y gracias del Cielo, se indisponen para re- cibirlas por su singularidad, su espíritu de insubordi- nación ó su afecto personal, cosas de que deben estar totalmente desnudas las almas á Dios consagradas, y obligadas á buscar la perfección por la negación de sí
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz