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282 LA VIDA RELIGIOSA esto es, las humillaciones, penas y tribulaciones que te hacen sufrir. Y no pienses que este es un simple pa- recer mío, que no es sino una verdad de fe contenida en la Sagrada Escritura. Non est malum in civitate quod non fecerit Dominus. Es verdad que Dios se vale de instrumentos para hacer su obra, como se vale el escultor de los suyos para labrar la madera; pero el artífice verdadero es él y nola barrena que taladra ni la gubia que roe; y si esos instrumentos se inutili- zan, él los tira á la basura y se vale de otros para pro- seguir su obra; quiero decir, que si las criaturas esco- gidas por Dios para intrumentos de tu santificación, ofenden á su divina Majestad, porque ponen de su par- te la mala voluntad y el pecado que Dios aborrece, Él las castigará según la culpa que cometan y á tí te da- rá el premio de tus sufrimientos. Quiero que vivas muy persuadida de esta verdad, porque sin ella perderás el fruto de tus trabajos, y así me voy á servir de una comparación bien sencilla. Su- pongamos que estás enferma y que el médico te manda una medicina amarga y un par de cáusticos, los cuales te propina la enfermera en cumplimiento de su deber: dime ¿á quién atribuirás tú esa medicina, á ella ó á él? ¿Quién te la manda, la enfermera ó el médico? Pues supongamos que la enfermera no te puede ver, y por lo mismo se alegra de tus males y llena más el vaso de bebida, y carga más el sinapismo por verte sufrir; pero con tan feliz resultado, que por haberte tratado con crueldad te has puesto mas pronto buena: dime, ¿nose lo debías agradecer? Es verdad que ella ofendió á Dios é hizo mal en alegrarse de tu dolencia y en hacerte su- frir; Dios detesta su falta y la castigará, pero Dios quería tu salud y la consiguió por ese medio. Ella pudo contribuir muy bien á tu salud por caridad y no por aversión, como lo hizo; culpa suya fué portarse así, pe-

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