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nó Mw i Mi E 274 LA VIDA RELIGIOSA HI . no exagerarían, ni dirían con ello la mitad de lo que M les pasa. Cuando Dios quiere purificar bien á un alma | ll para unirla á sí de extraordinario y maravilloso modo, Mi la hace sufrir el Purgatorio en vida, según dicen los ' 4 y santos que lo han experimentado; y no sólo el Purgato- | d rio, sino los horrores del infierno, en frase de San Juan IM de la Cruz. Y no es de extrañar que así suceda; porque, ¡| si Jesucristo, Cordero inocentísimo, la noche de su iñ pasión fué entregado al poder de las tinieblas para pagar 1 nuestras culpas, justo es que el alma pecadora para 0 É pagar las suyas propias, para imitar al Cordero de Mie Dios, para tomar parte en su pasión, ó para ser purifi- | | cada, sea también en cierto modo entregada al poder ul | de las tinieblas, á los espíritus malos: que con sus tor- WU mentos horribles y gus maldades sin nombre la harán 1 | exclamar como á un antiguo profeta: ¡Dolores inferni 10 circumdederunt me! (Salm. 17). 8 Libros enteros hay escritos y otros muchos se pu- | qe dieran escribir sobre esas pruebas del alma, sus,causas, ! para directores y no para dirigidos, y por eso las dejo aparte, limitándome en ésta á decirte cómo te has de il portar en ese triste estado. Tú misma me dices que “la 1 barquilla es frágil, la tempestad horrible, las olas furio- sas, el viento huracanado, el naufragio inminente,,, y d esto me recuerda la borrasca que los apóstoles sufrieron ) en el mar de Genesareth, imagen perfecta y símbolo | hi acabado de esas tempestades del alma; por lo cual voy | | ' objetos, fin y admirables efectos; pero esas cosas son | á presentarla á tu consideración para que medites en ella y aprendas lo que has de hacer. He aquí como re- fieren el suceso los evangelistas. “Aconteció que un dia entró Jesús con sus discipu- ¡ pulos, en una barquichuela, y les dijo: Pasemos á la i otra orilla del mar. Y partieron hácia allá. Mientras los discípulos navegaban, Él se durmió, y de repente se le-