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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 269 Yo sé de muchas que no sólo han formado su nido en el sagrario, sino que apenas salen de él, ni durmiendo ni velando, unidas siempre al Dios de la Eucaristía con el pensamiento ó con el corazón. Si la ocupación que tiene entre manos una de estas palomas, la deja libre la atención, vuela con el pensamiento al sagrario, y allí está hablando con Jesús, mientras trabaja con las manos; y si el trabajo que hace exige su atención y ocupa el entendimiento, entonces le dice á su corazón: Corazón mio, tú aquí nada tienes que hacer: entreten- te, pues, en amar á Jesús, mientras yo hago esto, y que cada latido tuyo sea un acto de amor. Si durante el dia tiene una adversidad ó una contradición; si oye una palabrita picante que la humilla y mortifica; si sufre algún desaire ó tiene que hacer un sacrificio de esos que ocurren á cada paso en la vida religiosa, no se in- quieta, sino como paloma diligente recoge aquellas pa- jitas para hacer su nido y se las lleva con el pensa- miento al sagrario para ofrecerle allí á Jesus Sacra- mentado cuanto sufre por su amor. Otras veces, llena de santos deseos, se figura que vuela, como paloma enamorada, lleyando en el pico un lindo pensamiento para su amado; y se posa en el altar delante del tabernáculo, y allí gime, arrulla, y toca en la puerta con el pico, diciendo como la Esposa de lós Cantares: Abreme, Amado mio, mira qué pensamiento tan hermoso te traigo; mira qué flor tan preciosa he cogido en mi jardín para ofrecértela. Y cuando el Se- for le abre y ella entra, entablan entre sí un coloquio dulcísimo que dura todo el dia. Otras veces se consi- dera encerrada en el sagrario y dice con el Profeta: Esta es mí morada para siempre: aquí habitaré, porque yo la elegí. Y allí mora, y de allí no sale; y si oye abrir la puerta del sagrario, se alborota, pensando que le van á quitar su tesoro; y al ver al sacerdote que coge el

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