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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 267 jamás, mientras abriguen en su pecho esa falta de sin- ceridad. Pero el alma sincera, verídica y sencilla, que no dice con la boca lo que su corazón no siente, y es tan prudente para callar lo que no se debe decir, como simple para decir lo que se puede hablar; ésta ya tiene mucho adelantado para ser paloma de Jesús, y lo será, si tiene las demás condiciones que te voy á decir. La tercera condición que se le impone al alma que que quiere ser paloma de Jesús, es que durante su vida no ha de posarse más que en un arbol, en el arbol des- nudo *solitario y espinoso de la cruz. Todos los demás árboles del mundo están vedados para ella, y cuánto más frondosos sean y más follage ostenten, tanto más prohibidos le están. Por eso la religiosa que es mortifi- sada, la que busca en todo su abnegación, y sabe do- minar sus pasiones, y siempre se vence á sí misma, y ama los desprecios y humillaciones, y en nada busca su querer, sino el de Dios; la que es paciente en las adversidades, mirándolo todo como venido de mano del Señor, y no está contenta si no sufre y se ve posada en el arbol de la Cruz: la religiosa que esto hace, tiene consigo una señal cierta de que es paloma de Jesús; pero la religiosa inmortificada, la que en todo se busca á sí misma, la que huye de padecer, la que se impa- cienta en las adversidades, ama al regalo, se deja lle- var de sus caprichos y antojos, y anda buscando su gusto, saliéndose con la suya, y posándose á cada paso en el arbol de su amor propio y de su propia voluntad; esa dista mucho de ser paloma de Jesús, y por ese ca- mino no lo será jamás; se quedará siempre en la cate- goría de cuervo, ó de gaviota ó de otro avechucho por el estilo. La cuarta condición que ha de tener la paloma de Jesús es buscar para hacer su nido un lugar solitario y retirado, que esté lejos de las miradas de los hom- e
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