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248 LA VIDA RELIGIOSA apego de unas cuantas cabezas de ciruelos á la Madre tal ó cual: apego que les vendó los ojos para no ver en la Prelada á la representante de Dios: sino á la rival de su idolillo, y en éste á la Madre necesaria, 4 la única que puede ocupar dignamente la prelacia y lle- var adelante el buen nombre de la comunidad. Dios te libre, querida Margarita, de ser ídolo de nadie ni de tener á ninguna ese apego de que te voy hablando. Dios te libre de ver en tu Prelada á la mujer y no á la representante de la Autoridad divina, porque de lo contrario tendrías abierta la puerta y expedito el ca- mino para faltar á la santa obediencia. Mujer por mu- jer, tanto lo eres tú como la Prelada, y hasta puedes ser más mujer, quiero decir, más alta y más dispuesta que ella; y esto no te moverá á obedecer, sino á repli- car en lo que no te guste. Además, si la miras como mujer, te ocurrirá que como tal puede tener sus defectos, sus aficiones y sus miras particulares; sobre todo, cuando te ordene algo contrario á tu amor propio, que entonces te vendrán á porrillo las razones y réplicas contra lo mandado, y nunca se rendirá tu entendimienio á ello, porque á ra- zones humanas no se rinde fácilmente la soberbia ra- zón de los mortales. Mas si quitas los ojos de eso para ponerlos en lo que representa; si miras que en ella re- side la autoridad de Dios; si la tomas como medio de que Jesucristo quiere valerse para manifestarte su yo- luntad soberana; y si piensas que es el mismo Dios quien te habla por su boca, entonces caen por tierra todas las razones humanas, se rinde con docilidad el juicio, se practica con facilidad la obediencia, y se cie- rra la puertaá la desobediencia y rebeldía. Este mirar á Dios en la persona del Superior, es un medio muy poderoso para obedecer con perfección, y como tal aconsejado de los santos, desde que el Apostol San Pa-
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