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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA sentidos y la mortificación constante son mercancías que se compran y recogen en la soledad para cambiar- las después por el reino de los cielos. Tiene también la soledad otra grande ventaja, y es hacer venerable y respetable al alma que mora en ella. No sé lo que tiene el retiro, que el religioso más retirado suele'ser siempre el más querido y mejor mi- rado dentro y fuera del convento: dentro, porque su recogimiento le hace digno del aprecio de los demás; y fuera, porque á los ojos del pueblo aparece como esas imágenes venerandas que apenas se descubren ni se dejan ver más de tres ó cuatro veces al año. Tal vez de aquí nació aquel adagio: la familiaridad engendra desprecio, y el trato austero estimación: adagio que la experiencia enseña ser harto verdadero, cuando se aplica al religioso bullanguero y al solitario y reca- tado. Finalmente, si quisiera poner aquí las alaban- zas que los santos traen de la soledad y el retiro, sería cosa de estar escribiendo una semana contínua, y des- pués de todo no resultaría una carta con tantos elogios como trae la que escribió San Jerónimo á su amigo Eliodoro, de laude solitaria vite. Por eso voy á poner fin amontonando aquí algunas de las muchas alabanzas que los santos dicen de ella. ¿Pero quién podrá decir lo que es y lo que vale la sole- dad? Ella es fragua del amor divino, maestra de la ora- ción, vida de las virtudes, muerte de todos los vicios, puerto de seguridad, refugio del alma casta, asilo de perseguidos, morada de paz inalterable y delicias de todos los santos. Ella es la madre de los altos y eleva- dos pensamientos, la consoladora de los afligidos, la palestra de los ejercitados, la guarda de la inocencia, el manantial de las gracias, la fuente de la compun- ción y la santificadora de los que á ella se acogen. Ella es la que calma las tempestades del corazón, la que 15

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