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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 199 chosa, que de todo puede haber; y esta señal nos la dará también el Santazo de Fr. Juan de la Cruz en su Noche obscura. Según se desprende de su doctrina, en- tre las personas virtuosas que se tratan y comunican, puede haber una afición espiritual que es buena, por yenir de buen principio, y otra afición mala ó imperfec- ta, por no traer tan buen origen; una que nace de la sarne y otra que nace del espiritu; una que procede de la naturaleza y otra que viene de la gracia. Cuando la afición es puramente espiritual y nace de buen principio, se conoce en que á medida que ella crece, crece también el amor divino y los deseos de per- fección; y cuanto más se acuerda uno de aquella perso- na, tanto.-más se acuerda de Dios, y le dá más gana de santificarse, y de vivir en Dios, por Dios y para Dios, tanto que este amor divino viene como á eclipsar al otro y dominar sobre él. Mas cuando la afición no es puramente espiritual, y procede de viciado origen ó va mezclada de imperfección, se conoce en que con la memoria de aquella persona no aumenta la memoria y amor de Dios, sino por el contrario se disminuye, de- jando en el alma cierto remordimiento de conciencia, y cierto olvido de Dios, como si el amor de la criatura quisiera superar al del Criador. Tal es la diferencia que halla el Santo entre el amor puramente espiritual y el que no tiene tan subidos quilates. Mide pues, con esta medida tus aficiones, pésalas en la balanza del santuario, examínalas á los deste- llos de esta luz, y si las hallas defectuosas, arránsalas de tu corazón, ó échalas en el crisol del amor divino hasta que de allí salgan bien purificadas: y si por fortuna son tan puras que no necesiten acrisolación, entonces vive prevenida para no consentir que en adelante se mezcle en ellas nada imperfecto. En una palabra, aparta de tí lo que de Dios te aparte, y acér-

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