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190 LA VIDA RELIGIOSA contribuyen las dos substancias de que está compuestu el hombre; el alma formalmente y el cuerpo material- mente; el alma á manera de artífice y el cuerpo á ma- nera de instrumento. Cada una de esas dos substancias tiene, sin embargo, sus tendencias é inclinaciones pro- pias, tendencias que á veces conducen á un mismo fin, y para llegar á él juntas, se excitan facilmente las unas á las otras. El alma por afecto al mal puede con pensamientos feos ó con otros medios escitar la concu- piscencia de la. carne, para que le ayude á conseguir su objeto; y la carne con su mala tendencia al mismo fin, puede despertar las facultades del alma para que le empujen en ese camino hasta llegar á su término, al cual suele llegar muchas veces, no sólo sin la ayuda del alma, sino contra la voluntad de ésta, como á ti te pasa. Esto supuesto, te diré que'todo lo que procede de la primera raiz, es pecado, y no lo es lo que procede de la segunda, hasta que el alma no consiente. Todo lo que el alma haga con mala intencion 6 por afecto im- puro es pecado, aunque lo que haga sea por otra parte tan lícito y bueno como besar la mano á un sacerdote; mas por el contrario, nada de :lo que sienta el cuerpo contra la voluntad ó sin consentimiento del alma es pe- cado, aunque por otra parte sea lo que sienta la cosa más horrorosa del mundo. Lo diré muy alto para curar- te de espanto y quitarte el temor que tienes; las in. mundicias de la carne por sí solas, no pueden manchar hunca la pureza del espíritu, nila suciedad del cuerpo puede jumás afear la hermosura del alma, si ésta no quiere contaminarse. La única puerta que el pecado tiene para entrar en nosotros es la voluntad, y no ha- biendo ésta, quédate tranquila, que tu alma está pura y libre de todo pecado. Y habiendo en tí tan buena vo- luntad y tanto horror al vicio como afirmas, ¿quién ha

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