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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 183 especial atención el de la vista, pues” sabemos que por ahí derribó el demonio al Real Profeta. Job hizo un pacto con sus ojos de no mirar el rostro de ninguna doncella; y ojalá que todos los religiosos y religiosas hicieran lo mismo para no tener que llorar después, no digo ya fijar la vista en personas de otro sexo, sino en objetos menos decentes y por lo mismo más peligrosos y más expuestos á tentación. También nos obliga al recato de los demás sentidos, á evitar conversacio- nes vanas, palabras equivocas ó demasiado tiernas, cumplimientos mundanos ó adulaciones impropias de nuestro estado, cerrando los oidos y despreciándolas, cuando se dirijan á nosotros. Y si esto hemos de evitar, con más razón lo que se relaciona con el tacto, que es el más grosero de los sentidos; las familiaridades pueri.- les, los juegos de mano y toda manifestación de afec- to sensible, por esta vía, debes apartarlos de tí, y ho- rrorizarte de ellos, como de la presencia de venenosa serpiente que quisiera envolverte entre sus terribles anillos. Oblíganos también la castidad á evitar toda des- templanza en la comida y bebida, siendo parcos en regalar el cuerpo, porque, como dijo nuestro Señor, los enemigos de la pureza no se vencen, sino con la ora- ción y el ayuno; pues así como el vicio opuesto á ella se fomerta regalando la carne, así la castidad se for- talece castigando el cuerpo corruptible, que es su ma- yor contrario. Nos obliga además á evitar Ja ociosidad, que es maestra de maldad, según dice la Escritura; y las maldades que enseña son casi siempre contra la pureza. San Jerónimo daba este consejo á los tentados: “(ue el demonio te halle siempre ocupado y nunca ocioso, y de este modo sus tentaciones serán pocas é impotentes para derribarte;, pero en caso que el ene- migo nos acometa, es nuestro deber rechazarlo enér-
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