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176 LA VIDA RELIGIOSA con voto perpetuo nos enaltece tanto, que nos eleva a] coro de los ángeles, obligándonos á ser por elección y por gracia lo que son ellos por naturaleza; y nos da el realce de ser á fuerza de cuidados y sacrificios meri- torios, lo que son ellos sin mérito alguno, porque nin- gún trabajo les cuesta. Yo bien conozco la ventaja que en el sér natural nos llevan los ángeles; pero conozco también que, á pesar de eso, podemos correr pareja con ellos en lo tocante á la virginidad y conseguir que no nos dejen atrás. Abre, pues, los ojos, querida Margarita, y repara en el valor y hermosura de la pu- reza virginal, pues ella hace que los habitantes de este sucio y enlodado suelo tengan, si quieren tenerla, la misma limpieza que los moradores del Cielo; y que los hombres mortales y corruptibles corran parejas con los espíritus inmortales é incorruptos, sin dejarse ven- cer de ellos. Cosa es esta que adarva, maravilla y aturde á quien bien la considera; porque una persona que pro- fesa virginidad es un portento que asombra á quien tiene ojos para contemplarlo. ¿Qué dirían las gentes, si vieran volar por los aires á una doncella con alas de Serafín? ¿Qué dirían, si vieran su cuerpo vestido de blanca túnica y agil como una paloma, cruzando los espacios? Atónitos á la vista de ese prodigio, unos di- rían que era angel con cuerpo humano, y otros dirían que era mujer con propiedades de angel; y aun á los mismos ángeles admiraría ese prodigio y exclamarían entre sí, como exclamaron á vista de la pureza de Ma- ría, figurada en la esposa de los Cantares: Quae est ita? ¿Quién es esta que sube del desierto, como columna de humo de odoríferos inciensos? ¿Quién es esta que se levanta risueña, como la aurora cuando amanece, her- moss como la luna y escogida como el sol? Si es angel, ¿cómo habita entre los moradores de la tierra? Y si es

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