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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 171 el presente no he dicho de ella más que generalidades; he hablado en general de los deberes que impone á to- do religioso, y cada Orden religiosa tiene en este pun- to algo especial, superándolas á todas la pobreza franciscana. Por eso es obligación del religioso estu- diar desde el noviciado el alcance y extensión que en su Orden tiene el voto de pobreza, para practicar y guardar esta virtud en la forma préscrita por su regla. Demos fin á esta materia, y pasemos á otra, recor- dando antes los avisos dados por el Espíritu Santo en los libros sapienciales. En ellos condena los afectos contrarios á la pobreza; y elogia á los pobres de espí- ritu por estas palabras: “Quien ama el oro no será jus- tificado, y quien sigue la corrupción lleno será de ella... “Muchos cayeron por el oro, y en su brillo hallaron la perdición. ¡Ay de los que se van tras él! Dichoso, por el contrario, quien nunca corrió tras del oro, ni puso su esperanza en las riquezas. ¿Quién es éste, y lo ala- baremos, por haber hecho maravillas en su vida?.. Este es, sin duda, el pobre de espíritu, el buen religioso que ama la pobreza y desprecia el regalo del cuerpo y las comodidades de la vida. Este, fiel 4 su voto, es proba- do como el oro en el crisol, y de la prueba sale perfec- cionado, por lo cual tendrá gloria eterna, pues al po- bre de espíritu está, no sólo prometido, sino dado ya el reino de los cielos, aunque él no lo haya todavía re- cibido. Y aquí, mi buena Margarita, quiero que te fijes en las palabras del Espíritu Santo arriba dichas: “(Juien ama el oro no será justificado, y quien sigue la corrup- ción será lleno de ella,“ porque en estas palabras pare- ce que hay una transición de la pobreza á la castidad, de la cual vamos á tratar más adelante. Diciendo, pues, la Verdad divina, que quien sigue la corrupción será lleno de ella, bien podemos colegir, que quien sigue la

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