BCCPAM000540-5-07000000000000
ds 5 as ss Per EI E Ai Pri an Dr sl 111% 1 | e SEA "n= cl A o 170 LA VIDA RELIGIOSA en el religioso? Pues la pobreza, y nada más que la pobreza! ¿Y no es ésto martirizarla? ¿No es coronarla de espinas? Finalmente se martiriza á la pobreza, gastando donde no hay necesidad, comprando objetos más bien curiosos que necesarios, adquiriendo cosas más bien de lujo que de provecho, y procurándo lo mejor, cuan- do lo mediano basta. ¿Qué le importa al religioso que sus libros estén dorados ó por dorar, con registros de seda ó de papel? ¿Qué le importa que su hábito esté cosido con seda ó con hilo, muy tieso y encopetado, 6 muy flexible y sencillo? ¿Qué le importa que sus mue- bles seun de caoba ó de pino, y su pluma de caña 6 marfil? ¿No escribe lo mismo una pluma que otra? ¿No sirve lo mismo un vaso de oro que uno de cristal? ¿No es igual un pobre hábito cosido con hilo que con seda? ¿Sirve más el libro dorado, que el que no ha visto el oro? Y esto tratándose aún de las cosas necesarias, que las que no son tales, ¿para qué le sirven? ¡Ah, sí, no me acordaba! para martirizar á la santa pobreza. Estos son los instrumentos de su martirio. Para ver, pues, si tú tienes algunos instrumentos de esos, bueno será que, al terminar la lectura de esta carta, des una vuelta por tu celda, preguntándole á las cosas que hay en ella: ¿tú que haces aquí? ¿Nada? Pues ahora irás donde no estés ociosa. ¿Y esto, qué falta me hace? ¿Ninguna? Pues á otro sitio donde la haga. ¿Y tú, de qué sirves aquí? ¿De adorno? ¡Pues idolos fuera! Que la celda de un religioso no debe estar adornada, sino pobre! Y ten entendido, que mientras no tomes esa enérgica resolución, tendrás apego á muchas vanida- des, y no serás de esos pobres de espíritu á quienes está prometido el reino de los cielos. Mucho más pudiera decirte sobre la pobreza reli- giosa y sobre la manera de practicarla, porque hasta
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz