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150 LA VIDA RELIGIOSA en pie jamás hubiera llegado á conseguirlo; pero cuando ese baluarte se derrumba, cuando falta la po- breza evangélica, el edificio religioso se desploma, los conventos en su parte moral vienen al suelo, y caen por tierra convertidos en escombros. Dios los entrega en manos del enemigo, sirviéndose de la maldad y de la injusticia de los hombres para instrumento de nues- tro .castigo, para tomar venganza de la prevarica- da pobreza, y para la ejecución de sus designios inefables. Y si los edificios monásticos, si los conventos en su parte material no se derrumban también y conti- núan de pie todavía sin el muro de la pobreza, enton- ces ofrecen el triste espectáculo de la soledad, la esce- na de cuatro religiosas que se pierden en los largos claustros donde antes moraron cuarenta; ó el espec- táculo más triste aún de una mascarada. la vista des- consoladora de personas religiosas por: de fuera, y mundanas por dentro; vestidas en el cuerpo con un hábito santo y desnudas en el alma de las virtudes y de la santidad. Y esas casas religiosas casi no tienen ya de religiosas más que el nombre; y sus moradores Ó moradoras tampoco tienen de religiosos más que el hábito y la regla; por eso las vocaciones huyen de esos conventos alejadas por la mano de Dios, y están á punto dé perecer como arbol agostado, sin flores, sin frutos y sin retoños que sobrevivan al viejo tronco: digno castigo de quien derribó ó dejó derribar el muro . de la«pobreza santa y desoyó ó despreció este' consejo ' de Jesucristo: “No queráis atesorar riquezas para vos- otros en la tierra... Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás lo recibiréis por añadidura.,, La pobreza, por último, es muralla que defiende á la religión en general, á la comunidad en particular y
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