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yo Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 117 melón? ¡Pues te equivocas! La fe y la razón enseñan lo contrario, y puede demostrarse con la autoridad y doe- trina del Angélico Doctor. Según Santo Tomás, la diferencia que hay entre santidad y religión, entre santo y buen religioso es tan imperceptible que no es más que una diferencia de razón. La religión es la virtud que dedica y consagra á Dios todos los actos del hombre, y la santidad es la dedicación ó consagración que el hombre hace á Dios de si mismo y de todas sus obras. Religioso ó buen reli- gioso es aquel que está ligado y religado intimamente con Dios, y santo, según la fuerza etimológica de la palabra, es el que está unido á Dios con tal firmeza, que no puede separarse de Él; y tanto al uno como al otro lo une con Dios el dulce y suave lazo del amor divino, sea mayor ó menor el número de nudos que esa lazada tenga. De donde se sigue que santidad y reli- gión, buen religioso y santo, aunque parezcan dos cosas muy distintas, son casi idénticas, son casi una sola y misma cosa. Si consideradas de este modo, se halla tanta iden- tidad entre la santidad y la religión, entre el santo y el buen religioso, consideradas desde otro punto de vista veremos también que apenas hay diferencia entre la santidad y la perfección cristiana, entre el varón santo y el perfecto. El Apostol Santiago nos asegura que toda cosa buena y todo don perfecto nos viene de arriba, del Padre de las luces; y la fe nos dice y la ra- zón demuestra que todo lo que da Dios, es porque lo tiene y lo contiene en sí por modo eminente y maravi- lloso. Luego un don tan alto como es la santidad, de Dios nos ha de venir por ser Él la única fuente de San- tidad, tan buenísimo y tan santísimo que el cántico siempre antiguo y siempre nuevo que resuena en las alturas, es el ¡Santo, Santo, Santo! que hace extreme-

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