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106 LA VIDA RELIGIOSA instituto, puede ser vituperable en otro; y lo que tal instituto aprueba, tal otro lo da por reprobado. En una religiosa de la Caridad sería virtud y perfección ir de casa en casa, sirviendo á los apestados; en una de clau- sura sería eso pecado grave. Esto que te voy diciendo es muy digno de ponde- ración, porque los institutos religiosos no son todos igualmente perfectos, pero sí son todos escuela de perfección y camino para llegar á ella. Este camino puede ser más estrecho ó más ancho, más ó menos rec- to, más corto ó más largo; y aunque esto puede influir en que nuestra llegada á la perfección sea más ó menos pronto, sin embargo, tal pueden venir las cosas, que el alma que va por un camino largo llegue á la perfección El mucho antes que otra que vaya por un camino corto, i comenzando ambas el viaje el mismo día y á la misma hora. La razón de esto es, porque la llegada á un punto determinado no depende sólo de lo largo ó corto del camino, sino también de la ligereza con que se viaja. Y por esto un alma que tomó el camino más breve para la perfección, entrando en la religión más perfecta y más estrecha que se conozca, si anda muy despacio, tardaría más en llegar al término que otra alma que (entrando en instituto menos perfecto) emprendió el camino más largo y de más rodeos, si anda por él muy de prisa. Y como la prisa en caminar por la senda de la perfección depende del fervor con que andemos y de la gracia y ligereza que Dios nos da para correr por ella, dl síguese claro que el que más corra y más ligero vaya, más pronto llegará. Esto es muy consolador para el alma que haya abrazado un instituto de vida activa menos perfecto en sí que otros de vida más contemplativa; pues, si Dios le ha colocado en él, es porque en él quiere san- tificarla, dándole gracias muy especiales, elevándola a E a Ra cd li,
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