BCCPAM000540-5-07000000000000
Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 9 nuestra Orden un joven llamado en el siglo Pedro Ma- rín, al cual (siguiendo la santa costumbre de la reli- gión) para que nada le quedara del mundo, se le trocó el nombre de Pedro por el de José, y el apellido de familia por el del pueblo, llamándose entre nosotros Fr. José de Ayamonte. Pocos días después de haber profesado, asaltóle una recia enfermedad que le llevó á las puertas de la muerte. Dábanle ciertos ataques que le privaban del uso de los sentidos, y en uno de ellos dió muestra de tanto asombro y espanto, diciendo al mismo tiempo palabras tan incoherentes y misteriosas, que puso miedo en el ánimo de los que le asistían: vol. vió del delirio con un sudor frío como el de la muerte, repitiendo entre dientes estas palabras: ¡Bendita pro- fesión! ¡dichosos votos! ¡eso me salya!... El P. Guar- dián, que era uno de los asistentes, dijole asi que se calmó, que dijera por obediencia, sin quitar ni poner, lo. que le había pasado; y el obediente hermano dijo que habia sido Hevado en espíritu al tribunal de Dios, en donde un horrible demonio lo acusaba de los pecados de su juventud, acusación de la cual no sabía él defen- derse; mas que el Angel de su guarda tomó la defensa por él, y le contestó así al enemigo: ¡Embustero! ¡mien- tes como un canalla! Y como el demonio insistiera en que aquellos pecados eran verdad, porque él mismo había tentado y vencido á Fr. José, el Angel le repuso: ¡Mientes, bellaco! que Fr. José de Ayamonte no ha hecho tales maldades. Eso lo hizo un tal Pedro Marin, que murió y dejó de existir para el mundo el día que hizo su profesión y se consagró á Dios con los votos religiosos. Entonces comenzó á existir este Fr. José, al cua: no has podido hacer pecar, por más que lo has procurado. Y por consiguiente, Fr.«José no tiene que cipio ni fin. Ignoro por lo tanto su autenticidad, y únicameute lo aduzco como un símil ó alegoría para explicar mejor el pensamiento. 7
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz