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76 tima inocente que se había de ofrecer en sacrificio á sus horribles dioses, se dientos de sangre hamana. Registrad la historia del descubrimiento de América, y hallaréis que sólo en el antíguo impe- rio mejicano se inmolaban cada año mi.- llares de víctimas humanas, paru tener propicios á sus odiosas divinidades. Y sin ir tan lejos; penetrad con el misione- ro católico en los desiertos de Africa, ó en los bosques de la Oceanía, y allí en- contraréis en pleno siglo XX, hordas salvajes privadas aún de las luces civili- zadoras del evangelio, que ofrecen toda- vía en sacrificio víctimas humanas, para aplacar la ira de una deidad vengadora. Estos son hechos evidentes, que no se pueden negar, sin negar la evidencia, y la historia de la humanidad. Todos los pueblos de la tierra antes de conocer el sacrificio del Calvario han derramado la sangre en sacrificio para aplacar al cie- lo; y yo invito á todo el que no crea en la eficacia de esa víctima divina que se queja en la cruz, á que me explique ese hecho universal, absurdo é inconce