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(4 — conmovió á la tierra, y ¿ rrores de la crucifixión llegaban á su col mo; cuando apuraba las heces del cáliz ! que en Getsemaní le presentó la justicia divina; cuando se hallaba sumi: abismo de tristezas infinitas y envuelto en agonías de muerte, exclama : Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has de samparado? (1) Esta yoz no es ya la voz del sacerdote i sacrificante, es la voz de crificada: esla voz misteriosa de la vícti ma eterna, cuyo sacrificio cruento ponía fin á las antiguas inmolaciones, y era á un tiempo mismo la explicación dogmá. tica, la explicación histórica, y la expli- il cación científica de los sac: erientos, manidad por la tierra, al siglos. l) Math. 95. 45 te lamento maravilloso, ese gemido ine fable, esa queja incomprens panto en el cielo, asombró á los ángel. 10 atónito al infierno. Cuando la acerbidad y los que marcan el paso de la hu

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