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65 ellas, oyendo la voz de Jesus, se convierte con sinceridad, hay mas gozo en el cielo que por la vida de noventa y nueve justos (1): y para lo- grarlo, Jesus pone de su parte todos los medios que su amor le ha sugerido. Sino lo consiguiere, tendré 4 lo menos su Corazon la satisfaccion de haber hecho cuanto podia hacer, y aun de haber- se entristecido, siendo feliz en si mismo, viendo que se perdian sin remedio. Pero, {Quién no se extremece al pensar que ha sido por tantos anos el objeto del cariio del Corazon de un Dios a quien ha despreciado? El santo Job, 4 quien no remordia su conciencia de haber faltado 4 la ob- servancia de la ley divina, decia: Cuando se le- vante Dios djuagar gqué haré? Cuando empiece a examinar gqué responderé? (2)? jAy! {Qué di- remos nosotros pecadores? Punto secunDO. Dos preceptos de amor im- _ puso Jesucristo 4 los hombres mandando 4 sus discipulos que se amasen los unos 4 los otros (3), y que amasen 4 sus enemigos 6 hiciesen bien 4 los que les hacian mal (4). Y como nada hay que mueva tanto 4 los hombres 4 hacer una cosa co- mo el ver que otros mayores que ellos Ja hacen, _ alimponer este precepto, que Jesucristo llamé (1) Luc, cap. 15. ¥, 7. (2) Job. c, $1, v, 14, (3) Joann, oc, 18, v, 84, (4) P Math, C. ave 4, mr

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