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eae sus propias acciones las virtudes de la naturale- za divina. Apenas Maria ha dado 4 luz al Dios, que es feliz por esencia, empiezan 4 caer sobre su ma- - ternal corazon los oprobios que ya oprimen el pecho del que por nuestro amor se hiciera po- bre y desgraciado. Es seguro que no recibira Je- sus un insulto, ni padecera una injuria, ni oird un denuesto, en que no tenga parte dolorosa el corazon de Maria; porque, asi como los une un mismo amor, asi se dan miituamente cuanto tie- nen, encontrando en ello la suma felicidad. jAh! Si mientras el Rey de los Cielos yacia entre la pobreza y el abandono mundano, su Madre se hubiera visto en medio de los palacios y grande- za; si cuando el hijo espiraba, bebiendo el caliz de la pasion hasta apurar las heces, Maria hubie- ra estado lejos sin gustar una gota de dolor, se- guramente se hubiera quejado de que Jesus no Ja amaba. {Qué entendimiento angélico es capaz de entender el amor del corazon de Jesus & su Madre? En cuanto a nosotros, bastenos saber que es tanto mayor el amor que Dios nos tiene, cuan- ta mayor parte de penas nos cabe en este mundo, pues enello nos parecemos al Hijo de Dios y a su Madre, aie s.
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