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agi. se conserve en la tierra el amor divino, y que las almas corran tras el suave perfume del esposo celestial, es el sacramento del amor, donde vive aquel corazon generoso que se entregé 4 la muer- te, por darnos la vida; que se abrevé de amar- gura, por adquirirnos las dulzuras eternas, y se vié atollado en un abismo sin fondo de penas, por ganarnos las alegrias de los angeles. 0 Corazon divino, renuncio desde ahora a toda alegria mun- dana, y solo quiero sacrificarme por tu amor, asi como tt lo has hecho por salvarme. MAXIMAs. Tratando sobre el amor de Jesucristo el vene- rable Padre Juan Avila, dice: que ningun enten- dimiente criado es capaz de comprenderlo, ni puede medir su extension: porque, si en vez de morir una vez, le hubiera mandado su Padre que muriera mil veces, para otras tantas le habria dado fuerza la caridad que lo abrasaba. Y, asi como estuyo tres horasenla Cruz, habria estado por nuestro amor hasta el fin del mundo, si hu- biese sido necesario, sobrandole las fuerzas que le daba este amor para ejecutarlo: por lo que po demos asegurar que nunca Ilegé lo mucho que padecié, 4 lo mucho que nos amé. Buena prueba —
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