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—26— semejante? Habia manifestado en mil ocasiones durante su predicacion, que su corazon era todo amor y Cariiio, pues se turbé con los atribulados, lloré con los que Horaban, y consoldé 4 cuantos se le acercaron, pidiendo su amparo. Pero, apenas llegé el momento en que debia separarse de sus discipulos, aquel fuego de amor, que, como res- plandeciente luz, habia ido iluminando poco 4 poco al mundo, aparecié con toda su estension; y des- pidiendo por todas partes, como un nuevo sol, ra- yos abrasadores, derramé su fuego en todo el d4m- bito de la tierra, para que nadie piiliens esconderse de sucalor. (1) Kra Jesus el altar, el sacerdote y la victima: y ho contento con ofrecerse una vez en holocaus- to por los pecados del mundo, tenia determinado continuar su sacrificio hasta el fin de los siglos, descubriendo asi la intensidad de aquel amor, que no solo es incomprensible a los mismos angeles, sino que escede infinitamente 4 Ja malicia de los hombres, pues no pueden extinguirlo las inmen- surables aguas de iniquidad, con que los mismos favorecidos parece que pretenden cubrirlo. jAh! Desde que Dios por un acto de su inefable cari- dad mandé 4 su Hijo, que viniera al mundo y se (1) Psalm, 18,’y. 7. a
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