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; —352— cios, como os dieron en vuestra acerbisima pa- sion vuestros desapiadados enemigos. jAh, Seiior! _ Vos, en el exceso de vuestra infinita caridad, os humillasteis 4 lo mas infamante y afrentoso de los suplicios, siendoazotadocumo un vilesclavo y ajus- _ ticiado como unladron; y lo hicisteis, no solo para satisfacer sobreabundantemente por nuestros pe- cados, sino para enseiarnos 4 mortificar nues- tra carne con sus vicios y concupiscencias: mas yo, lejos de sujetar mis apetitos sensuales 4 la ley del espiritu, no he buscado hasta hoy mas que el regalo y la comodidad del cuerpo. Confuso éstoy, Seiior, y ruborizado de haber sido enemigo dela mortificacion, de que vos, siendo inocente, me dis- teis tan admirable ejemplo. Pero espero con vuestra gracia cambiar de vida, castigando con la austeridad y penitencia los excesos de los senti- dos, y cerrandolos 4 los objetos que puedan man- char la pureza de la virtud, para que, siguiéndo- os por las espinas de la penitencia en esta vida, reciba de vos la estola de la inmortalidad en la. otra. Padre nuestro, Gloria y Jaculatoria.
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