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—336— profusion tan admirable de riquezas, no podian realizarse sin que mediase un fin proporcionado 4 la magnitud de la obra. Es cierto que se interesa- ba la gloria de la divinidad, cuya sabiduria res- plandece en la redencion del hombre mas que en la creacion de mil mundos; pero descuella por to- das partes el amor inexplicable del Corazon de Jesus, que no contento con haberse dado en la Encarnacion a toda la humanidad, quiere entre- garse 4 cada individuo de ella con igualdad per- fecta, para que todos sean ricos y felices en él. jOh amor, oh amor! Tenian los gentiles por nece- dad que un Dios, dichoso en si mismo, hubiera muerto por el hombre: mas, {4 qué extremo ha llegado el amor de Jesus, que no solo murié en una cruz, sino que se dié en manjar y en bebida en la Eucaristia? La consideracion de este portento de la caridad divina debia ser nuestro pensamiento habitual, para excitarnos 4 corresponder al amor de Jesu- cristo’ y aprovecharnos de tan inefable beneficio. jAy! Son muy pocoslos que gustan de las delicias del pan de los angeles, y es casi infinito el nfime- ro de los que loposponen al alimento nauseoso de la carne y al pdbulo de la concupiscencia mala. Pero no seamos nosotros de este niimero: llore- mos nuestras ingratitudes pasadas, hagamos fru-

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