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—335— la naturaleza humana, y cuanto hard como _glori- ficador por toda la eternidad. ¥ en efecto: en el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios: y este mismo Verbo es quien ha de darse al hombre, unido al cuerpo y al alma, que le ofrece en comida. El Verbo se hizo carn2 y habits entre nosotros: y didse d si mismo por nos- otros, para redimirnos de todo pecado; y aquel mismo cuerpo, que tomd de la Virgen y fud azo- tado, crucificado y muerto; y aquella alma, que sufrié tantas angustias por redimirnos, seran el manjar, con que se han de regalar los hombres. Y como el que come este pan, vive para siempre, por que tiene la vida eterfia, nadie lo recibe digna- mente, sin que posea al mismo tiempo la prenda de su resureccion futura y de su inmortalidad. ;O inmensidad del amor del Corazon de Jesus! Cuan- do este toma el pan en sus manos, diciendo 4 sus discipulos que lo tomen y lo coman, pues no es ya pan, sino su cuerpo, y cuando toma el ca liz y lo bendice y se lo da, diciéndoles: bebed de él todos, esta es mi sangre, comprende en un solo ac- to todos los misterios de los siglos eternos, todos los portentos del poder divino, todas las obras del amor infinito, y cuanto en fuerza de este amor ha- ra Dios para siempre. Tantos prodigios reunidos en uno solo con una