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—326— Pero, {se parecen nuestros sentimientos a los del Corazon de Jesus? Sabemes que debemos 4 Jesucristo nuestra vida corporal, y espiritual, y pasamos dias y meses, y quizas alos, sin acor- darnos de agradecer al Seiior el habernos sa- cado de la nada, y haberse dignado morir por nuestro amor en una cruz. j;Ah! ;De dénde viene esa aridez que tenemos para las cosas celestiales, y el hastio que noscausan el retiro, la oracion, la-lectura espiritual y la fuga de las di- versiones mundanas? De la ingratitud, que es co- mo un viento arido, que seca los manantiales de la gracia, y del olvido, en que vivimos, del amor que Jesucristo nos tiene. El alma cristiana no de- be separar un momento su vista de la muerte del Redentor, para detestar el pecado que Ja causé y corresponder 4 un amor infinito, cual es el del Corazon de Jesus, con otro que tenga toda la ex- tension de que es capaz el nuestro. Prometamos hacerlo siempre asi, viviendo habitualmeate con la} 1 pena de no haberlo amado como debiamos, y con el dgseo de arder en su amor cada yez mas. Despues de meditar un poco, se diré la siguiente ORACION DE DESAGRAVIOS. jO0 Corazon amantisimo de Jesus! Hénos aqui postrados con el profundo respeto, que Ja fé nos

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