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te -1395— justicia lo sostuvo: y se vistid de ella como detoriga y pvso en sx cabeza yelmo de salud: se puso vestt- as de venganza y cubridse de zelo como de un man- to, (1) y dando el primer paso en la carrera mor- tal que emprendia, hablé con su Padre y lo apla- c6. No has querido, le dijo, sacrificio y ofrenda: no te agradaron holocaustos por el pecado; pero tt me apropiaste un cuerpo: y entonces dije: héme aqui, 6 Dios, que vengo dispuesto d hacer tu volun- tad. (2) Y apenas han salido del Corazon de Je- sus estas palabras de humildad y caridad, empie- za 4 padecer un martirio, que ha de durar con in- definible intensidad hasta que expire en la cruz. Desde el primer momento de su existencia se nos presenta el Corazon de Jesus lleno de man- sedumbre y humildad, postrandose ante el acata- miento del eterno Padre, 4 quien se reconoce in- ferior en la naturaleza humana, agradeciéndole et haberlo ungido con el dleo de la alegria, para que borrase la iniquidad, dispon iéndose 4 darse en sa- erificio y abrasindose tod o en deseos de ser bau- tizado con su propia sangre. Desde entonces se nos did ya no solo como mediador entre Dios y nosotros, sino tambien como modelo que habiamos: de imitar, si queriamos ser participantes del fru- to de su sacrificio. (1) Isaf. cap, 59. v.17. (2) Hebr. cap. 10. v. 6.
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