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- —304— te Corazon divino, sin que primero haya sido. amado por él? ;Quién se deleitard eu recorrer las virtudes que encierra, sin que haya sido traido por él mismo, inspirdndole un deseo de amarlo y poseerlo? j Ah! jDichosas, mil veces dichosas, aque- Tlas almas, que no con0cen mas dulzura, que la de gustar 4 Jesus, ni quieren otra suavidad sino la del amor de Jesus, ni suspiran mas que por poseer 4 Jesus, haciendo de su Corazon la torre de su refugio, el aledzar de su recreo y el verjel de sus delicias. Yo, Sefor, penetraré tambien en este aposento del amor, pues por abrirme la puer- ta, quisiste que la lanza te hiriese en la Cruz: entraré en esa piedra y me esconderé en las aber- turas dela tierra (1) para guarecerme de las iras de tu justicia: porque sé que en ese Cora- zon hallé un refugio la pecadora, un amparo el publicano y nn consuelo el discipulo cobarde, 4 quienes diste gracia para empezar y para perse- verar, y yo espero hallar en él el dolor de mis pecados, la gracia y la gloria. abe DocuMENTOS. Refiérese en la vida de Santa Matilde, que es- tando un dia rogando con gran fervor y pidiendo (1) Ishi. cap. 2, y. 10.

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