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--301— Punto seGuNpDo.—La perseverancia final en el bien, de la cual depende nuestra eterna dicha, es un don que da Dios segun su beneplicito, no pu- diendo el hombre merecerla por si mismo. Mas, si el Seior puede misericordiosamente confirmar en gracia 4 quien le agrade, quiere que todos nos humillemos cada dia, pidiéndole este don de per- severar hasta el fin y confesando que por nuestra parte no somos mas que miseria, y que debemos el principio y la continuacion y la consumacion ‘de nuestras buenas obras 4 sola su infinita bon- dad. El que perseverase hasta el fln, dice Jesucris- to, serd salvo; (1) por lo que si Ilegamos al fltimo momento de nuestra vida, firmes en la fé y unidos 4 él en caridad, y le entregamos nuestro espiritu, animados de su gracia, nuestra predestinacion es ciertaé infalible, pues d los que predestind, tam- dien los Vams; alos que llamé, tambien los justified: y & los que justificé, tambien los glorificd. (2) jAh! Si Dios no se dignara santificarnos con su gracia y regenerarnos en la sangre de su Hijo, gcémo pudiéramos caminar por la senda de sus mandamientos? Si despues que hemos empezado 4 seguir las huellas que él mismo nos ha marca- do, no nos extendiera una mano auxiliadora, jc6- mo era posible que continudramos en el bien {1) Math, cap, 10. v.27. (2) Rom. cap,.8, y. 30, ieee

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