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—308-— nos resucit6é: necesitabamos de una piscina sa- grada, donde lavasemos nuestras culpas, y Jesus nos la abrié: nuestra miserable condicion desfa- ‘Hlecia, si no era alimentada continuamente, y Je- sus prep2ré un banquete, diciendo 4 todos en al- ta yoz: “Venid, comed mi pan y bebed el vino, que os he mezclado: (1) comed, amigos mios, y bebed y embriagaos, los muy amados. (2) Todos estos pro- digios de amor ha hecho con nosotros Jesucristo: y lejos de corresponder a tanta ‘generosidad, a- ceramos la estola de la inocencia, despreciamos la vida de la gracia, huimos de humillarnos con- fesando nuestras culpas, y nos desdetamos de to- mar asiento en su sagrada mesa, renovando con pecados cotidianos la crucifixion y los denuestos que Jesus sufrié de su pueblo. jAy! No miremos a los pueblos de quienes el mismo Jesus dice que vino la luz al mundo y los hombres amaron mas las tinieblas; (3) ni a aque- llas naciones, que despues de haber practicado la verdad, la han desechado. Nosotros mismos que nos preciamos de ser hijos de la luz, jcdmo nog -portamos con Jesucristo? {cémo correspondemos 4 su amor? Quisiéramos salyarnos; mas no que- remos hacernos violencia & nosotros mismos, ni (1) Prover. cap. 9. v.5. (2) Cant. cap. 5. y.1. (8) Joann, cap. 3. v. 19. ; x
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