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—290— cia querida, los hijos predilectos, instruidos, acari- ciados y educados por el mismo Jesus; y este mismo pueblo reniega de su bienhechor, de su padre y de su protector, y lo desprecia. (Qué contraste tan horrible! Se abandonan stbitamen- te las aguas cristalinas que dan salud y vida, por las salobres y fangosas que causaran la muerte: (1) Jerusalen, la ciudad santa, que esperaba un Redentor, lo tiene en su seno, recibe sus benefi- cios, vé sus portentos, se levanta contra él y lo condena 4 morir, haciéndose mas impia, que las naciones iddlatras, (2) y siendo su iniquidad ma- yor que el pecado de las ciudades consumidas por el fuego del cielo. (3) £Quién no se horroriza al ver tan negra ingra- titud? ,En qué imaginacion cabe que un pueblo, que ha proclamado 4 Jesus por hijo de David, por Rey de Israél y Salvador, (4) y ha recibido de él beneficios inefables, se apodere de su persona y lo conduzca 4 un juez venal, arbitrerio, gentil, sin religion y sin Dios, que éste diga que aquel preso es inocente, (5) y que no puede condenar- lo & morir, y que la nacion, que se gloriaba en ser justa, diga que no es asi, y que’ Jesus es un perturbador, un rebelde, un blasfemo, enemigo (1) Jerem. cap. 2. v. 10. (2) Ezeq. cap. 5. v. 6. - (3) Thren. cap 4.v,6. (4) Math, cap. 21. v. 9, (5) Luc. cap. 23, 14. -

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