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—278— si y contraiga con él una union nueva, celestial y divina. Porque, si bien los ojos nada ven sino simples accidentes, Jesus, al dar el pan 4 sus dis- cipulos, les dice que no es pan lo que van 4 to- mar, sino su cuerpo, recibiendo con él la sangre, el alma, la segunda persona de la augusta Trini- dad, la divinidad, sus atributos, sus grandezas y sus virtudes. No es Dios como el hombre, para que mienta, ni como el hijo del hombre, para que mude: (1} ni es- pera 4 que las criaturas sean buenas para amar- Jas, pues reciben de él la bondad: ni necesita, pa- ra poner en practica los designios de su voluntad, que nosotros correspondamos, pues en él vivimos ¥ nos movemos y existimos, (2) siendo un don gratuito de su amor la gracia con que empezamos 4 amar- lo, la que nos hace cooperar a su llamamiento, y la que nos asegura la corona con la perseveran- ‘cia hasta el fin. Es la voluntud ‘divina la causa eficiente de todas las obras de Dios, sin que influ- yan en su ejecucion las criaturas. Y si no fuera asi gcémo hubiera determinado el Hijo de Dios vivir con los hombres hasta el dia tiltimo del mundo, convirtiéndose en alimento de sus almas? Era preciso nada menos que un Corazon divino, cuyos sentimientos son inmutables, para entre- | (1) Num. cap. 23, y. 19, . (2) Actor. cap. 17. v. 28.
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