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i do mas sus improperios, que todos los tesoros de este mundo; y que nuestros corazones se hallen siempre rodeados de las espinas de la mortifica- cion. Para adorar 4 Dios en espiritu y verdad, es necesario la humildad del alma y la sujecion de la carne a la ley del espiritu. AFECTOS. O corazon amantisimo de. Jesus, haz que co- nozca yo lomucho que me amas, y las penas y amarguras que has sufrido para salvar mi alma. Véalo yo y compréndalo, -y confiese mi lengua _ que tu misericordia hacia mi no tiene limites. Yo — te adoro, pues, y te adoraré siempre: te amo, Se- hor, y te amaré con todo mi corazon, porque ti me has amado primero. (1) En sequida se rezardn un Padre nuestro, Ave- Maria y el Credo, diciendo en seguida la jaculato- ria siguiente: Dulcisimo Corazon De Jesus, mi Salvador, Haz, Sefior, que arda en mi El incendio de tu amor. Dirdnse en sequida las oraciones y preces si- guientes: (1) Divus Aug. Soliloqui. cap. 7.
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